La rabia nos impulsa a colocar limites
- Marcela Sandoval
- 1 feb 2024
- 1 Min. de lectura
La palabra emoción significa un movimiento hacia alguna dirección (emovere en latín- el impulso que mueve a la acción). La rabia aparece cuando se vulnera la dignidad, cuando se atropellan los derechos, cuando se nos obliga a hacer algo que no queremos o cuando se nos coloca algún obstáculo para conseguir lo que se desea. La rabia se orienta hacia la defensa en forma activa.
En general, la rabia tiene una connotación negativa porque conocemos que cuando se expresa tendemos a atacar y a perder el control, muchas veces le tememos a esa fuerza. En este caso, estamos hablando de la expresión reactiva, acá perdemos de vista la posibilidad de gestionar la rabia. Que es poder comprender la situación que la genera y la relación que tiene con nosotros mismos. Por las consecuencias desvastadoras, de expresar la rabia sin limites, hemos sido enseñados a inhibirla o negarla.
El permitirnos sentirla y entender la rabia nos aporta la posibilidad de defendernos ante conductas abusivas; tanto de aquellas que vengan de afuera como las propias. Tendríamos que preguntarnos ¿cuál es limite que se sobrepasó o qué sobrepasé? Solo, si valoramos la rabia y acusamos recibo del mensaje que subyace, podremos recuperar la dignidad o hacernos más amables y respetuosos de los limites propios y los de los otros.
Responder en forma asertiva con rabia a conductas abusivas de otros o las propias, es defender lo que pensamos, sentimos y hacemos en coherencia con el respeto, sin imponer a otros nuestra particularidad, sino que es poder sostener y respetar los que somos en nuestras particularidades y diversidades.
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